Hay algo enigmático en la música de Steve Earle. Una intangible capacidad para envolver al receptor dentro de pequeñas viñetas de costumbrismo, de sueño americano hecho trizas y carreteras secundarias, historias que forman parte del imaginario colectivo, que arrebatan desde la más sencilla y honesta de las realidades. Crudo, aparentemente convencional, Steve lleva cerca de tres décadas manteniendo vivo el legado de gigantes blancos como Hank Williams, Gram Parsons, Willie Nelsson, Kriss Kristofferson o su amigo y mentor, el incomparable Townes Van Zandt.
Earle es un superviviente, un currante en la sombra que nunca reclamó más de lo que obtuvo y siempre se mantuvo fiel a su pasión por la música tradicional, estuviera o no de moda el revival. Lo suyo es cuestión de oficio. Con mayor o menor tino, sigue editando revisiones, colecciones tradicionales y, en menor medida, obras de la categoría de sus clásicos Guitar Town y I Feel Alright.
Sin ir más lejos, todos recordamos como clásicas sus apariciones en las fabulosas The Wire y Treme, en las cuales ha demostrado una más que digna naturalidad interpretativa. Precisamente de la serie Treme procede la última colaboración de Steve. Se trata de la cantante y violinista Lucia Micarelli, la cual colabora escribiendo un par de canciones y haciendo coros en ambas («Love’s gonna blow my Way» y «After Mardi Gras«). Steve hace de mentor de Lucia en la serie y ésta le devuelve el favor con este par de delicias, la chica tiene talento y las canciones superan la anécdota con nota. Acomodadas entre el material más fino firmado por Steve en años, conforman un álbum maravilloso.
Este The Low Highway me recuerda a la escena de Treme en la que el manáger de Lucia le dice que su primer disco suena como A.M. de Wilco, y es que si este Lp lo hubiera firmado tal cual la banda del geniecillo Mr. Tweedy, para bien o para mal, estaría en todas las portadas. The Low Highway es una colección de raíces, blues, folk rural y country alternativo de las que hacen a declinar y volver a creer. No hay música más honesta.
La música de un hombre declarándose invisible entre la sociedad, pidiendo ser recordado en un día soleado, que se presenta transparente, con luces y sombras, ayudado simplemente por mano de obra artesana: su acústica, su mandolina, arropado por unos brillantes arreglos de violín y, eventualmente, por slides, acordeón, banjo o guitarras eléctricas.
Por cosas así merece la pena confiar.
Invisible
Texto e ilustración por Zorro de la dehesa.